Nacida sin Falo

La figura del falocentrismo en el mundo, como en este proyecto, es el punto de partida. El sistema patriarcal en el cual hemos sido socializados, se ha encargado de olvidar que las mujeres somos parte de un imaginario colectivo, que rechaza la posibilidad de la erradicación del poder traducido en su misoginia. Éste es el mismo que nos ayuda a recordar, sin dificultad, que los cuerpos de los autorretratos, han pasado a formar parte del poder que rechaza toda posibilidad antifalocentrista. Se trata de la construcción de una narrativa visual, que busca invadir el espacio de los cuerpos patriarcales –desde mi propio cuerpo de mujer, cuya anatomía no corresponde a los cánones de belleza femenina construidos para un ojo masculino– y evidenciar la fealdad de su forma, de su simbolismo y de su función sistémica. Es el mismo espacio en donde, históricamente, hemos tenido que lidiar con la poca facilidad para reconocer la intangibilidad del poder patriarcal. El nombre de una, o varias mujeres, siempre será menos probable de recordar en un mundo tardocapitalista, donde se perpetúa la creación más dañina que hemos presenciado (como nos dijo el psicoanálisis de Freud y cuyo reverso teorizaron Simone de Beauvoir, Rosa Luxemburgo, Judith Butler, y muchas otras): una división binaria entre quienes nacen con falo y quienes no nacen con él.